3.11.08

Quiero que ahondes mis valles


Quiero ser río y que bebas en mí con toda la sed de tu alma,
que me absorbas, que te embriagues.
Manantial para tu sed no saciada.
Quiero ser montaña y me encumbres cada mañana,
donde encuentres el pan que te alimenta,
donde construyas tu casa.
Quiero ser el bosque que te oculta,
el lucero que ves al alba,
el valle donde descanses,
la tierra que llames patria.
Quiero ser vela cuando aborde tu barca,
y en la tarde lluviosa el cielo abierto que escampa.
Quiero ser tu frío cuando en la noche mojada,
sepas que al llegar el rocío, seguirás abrazado a la almohada.
Quiero ser tu tiempo,
el tiempo provecho y el tiempo desgana,
Ser la arruga que te cubre y contemplarte cubierto de canas.
y verte morir a mi lado.
Morir contigo.
Morir sin ansia.
Porque eres río y bebo en ti con toda la sed de mi alma,
te absorbo y dejo que me embriagues,
porque eres el agua para mi sed no saciada.
Porque eres montaña,
bosque y lucero,
valle y alba,
porque eres mi frío,
mi tiempo.
Y la única tierra que llamo patria.
Por Ana Aspid

Monólogo sobre los emails

Monólogo sobre los e-mails Siempre es agradable que tus familiares y amigos se acuerden de ti, pero hay un momento en el que preferiría que nadie recuerde que existo, me refiero al momento en el que alguien decide enviarme un e-mail.
No encuentro explicación a la existencia de algunos de ellos, ni tampoco los motivos por los que alguien decide enviarlos, a veces siento que soy un poco rarito, porque no es posible que no me guste ninguno, será porque no los entiendo (no creo) o quizás porque no les doy el beneplácito de la duda (de que puedan ser interesantes), puesto que con la simple lectura del asunto ya intuyo cierto desagrado que me llevaré al abrirlo. Los asuntos del e-mail tienen que crear una idea sobre el contenido ¿por qué un correo llamado GENIAL no trata sobre un genio? ¿o NO TIENE DESPERDICIO sobre un cerdo? ¿o FANTASTICO sobre un coche negro llamado KITT conducido por un vigilante de la playa?.
Pues no, nada de eso, el contenido es una tortura mental. De estos hay otro; NO ES COÑA, es verdad, es una gilipollez. El desconocimiento del contenido se hace máximo en los casos donde tras un mismo nombre puedes encontrar cosas muy diversas, me refiero a esos que dice: PARA MIS AMIGOS, o ESPERO QUE TE GUSTE, en estos tienen cabida desde esos ilustrados mediante florecillas y animalillos, y que contienen reflexiones filosóficas, hasta aquellos con fotos de mujeres vestidas de Eva (la de Adán). Ambas posibilidades se pueden encontrar en estos correos, por tanto, hay que llevar cuidado si decides enviarlos a algún familiar de once años.
Existen algunas excepciones, en las cuales se puede acertar el contenido del e-mail, pero son correos que no hace ilusión recibir, por ejemplo, MIRA LAS FOTOS, contiene fotos gore, desagradables…, y MUJER SORPRENDENTE, correo que tiene como protagonista a una mujer con una “sorpresa” erecta entre las piernas. Supongo que no es culpa mía esta animadversión previa, porque no se puede esperar mucho de un correo denominado BUENISIMOOOOO, se ve a la legua que es marketing engañoso, realmente el e-mail es malísimo. Otro similar es el que se llama NO LO BORRES, uffff, esto es ejemplo claro de psicología inversa, dime algo y haré lo contrario Hay otros con poderes mágicos, por ejemplo PIDE UN DESEO (saldrá mal parado quien me mando el correo si se me cumple el deseo) o SE TE CUMPLIRÁ (no se me va conceder lo que pida a las 23:47 por reenviar el correo a 39 personas antes de 82 minutos).
Estos últimos son para gente ingenua y crédula, aunque existen e-mails aun mas inverosímiles e ilógicos, por ejemplo, DONACION POR CORREO ENVIADO, nadie va a donar nada por cada una de las personas a las que se le mande el correo, también esta ese que dice; NO LO PERMITAS, por el cual se pretende salvar las focas, bajar el precio de la gasolina, reducir la contaminación…
Hay otros correos que debería de ser más difícil de creerlos, pero eso no quita que de vez en cuando los encuentre en la bandeja de entrada: CIERRAN EL MESSENGER, ¿cuándo? este correo (el primero de ellos) lo recibí en 2006 y todavía lo estoy utilizando. BILL GATES TE PAGARÁ, ¡¿no jodas?! en este e-mail nos cuenta una supuesta condena a este señor, por la cual debe indemnizar a los usuarios de sus productos si envían un e-mail, ja ja ja, para hacerlo mas creíble al final hay una frase muy interesante: “Esto es verdad, porque él si puede pagar” También he de mencionar aquellos correos imperativos, como REEENVIALO, o NO LO BORRES, y también LEELO ATENTAMENTE, hacerles caso es terminar arrepintiéndome de saber leer.
Hay otro que pedirá algo con posterioridad porque en un principio en el asunto solo pone URGENTISIMOOO, resulta paradójico que con ese nombre haga perder tanto el tiempo con algún tema bastante absurdo. Del mismo estilo existe otro, el cual se merece un párrafo para el solo… SI ERES MI AMIGO REENVIAMELO, ¡¡¡¿Qué…?!!! ¿Quién mide la amistad por recibir un estupido e-mail que él mismo mandó?, apaga y vámonos…
Puestos a descubrir cosas (amistad) mediante correos podemos seguir, así lograremos saber nuestro Coeficiente Intelectual, descubrir nuestra personalidad, o conocer nuestro comportamiento…, mediante aquellos correos que se llaman RELLENA EL TEST.
La versión extrema (o absurda) es esa en la que tienes que poner en el asunto del e-mail MI PUNTUACIÓN ES…, o sea, después de perder el tiempo con un burdo test tengo que decirle a todo el mundo lo que he obtenido, ¡venga hombre, no jorobes! No hace falta que diga que odio los aquellos sin asunto, o los que están poco currados: ¡OUH YEAH!, FLIPANTE, JA JA JA, QUE FUERTE.
En fin…, después de todo lo dicho es normal que dude si los e-mails están hechos para ganar amigos o al contrario, todavía recuerdo un correo en el que me plantee dejar de abrir los correos de un determinado contacto, en el asunto ponía SUBE EL VOLUMEN DE LOS ALTAVOCES, te preguntas por el motivo hasta que de pronto ¡zas! te llevas un susto del copón, y del bote terminas pegado al techo como Spiderman Para terminar simplemente mencionar aquellos correos bienintencionados pero que terminan siendo fallidos, porque algunos no terminan cumpliendo su propósito; PARA SER FELIZ, TE VAS A REIR, SUERTE, DIVERTIDO, y otros te alertan sobre algo que es falsos o un bulo: TEN CUIDADO, ATENCIÓN, ES CIERTO La falta de inteligencia en los e-mails provoca la supremacía de la parte perversa de mi mente, solo me interesan aquellos cuyo contenido es algún memo hostiándose por intentar actuar contra la Ley de la Gravedad, en esto son especialistas los patinadores que se cascan los huevos por querer patinar por encima de la barra de unas escaleras

Por Águila

29.10.08

I Premios El Artesano de relato corto: Humo de un cigarro

En otras extrañas circunstancias, no habría necesitado acudir al puerto, pero algo me decía que él estaba allí. Estaba solo y fumaba uno de esos cigarros oscuros que le apasionan, y cuyo humo te desecaba los pulmones, aún cuando únicamente respiraras su olor al pasar. Por eso me puse a su lado, pero a favor del viento.

-Hola, me dijo, sin mirarme, como si ya supiera de mi presencia, incluso antes de haberme acercado totalmente.

-Hola, le respondí, y me puse como él, a mirar en silencio el horizonte, con una complicidad silenciosa.

-¿Por qué estás aquí?, le pregunté.

- Me marcho. Es mi último viaje. Quiero irme lejos. Aspiró una calada muy profunda de su cigarro, que andaba por aquel momento en la mitad de su corta vida. Con la calada, el cigarro retrocedió varios milímetros de golpe y su esperanza de vida se acortó .La brasa cayó al suelo, arrancada por un breve viento que apareció por allí, de repente, llevándose algo del aliento de él, para no devolverlo jamás.

-¿Crees necesario huir?

- Sabes bien los motivos por los cuales deseo partir, y sabes tan bien como yo que no es una solución que me resulte fácil tomar, pero creo que es la única que me hará olvidar todo esto por lo que he pasado estos últimos meses.

Apuró su cigarro, tirando la colilla sobre la escollera, rebotando contra el suelo antes de colarse entre dos bloques de hormigón armado y caer al mar.

Eran las tres y media de la tarde de aquel jueves, y él se despidió de mí, se dirigió al barco sin bandera en el que había venido hacía medio año y subió a él. Me dirigió una última despedida desde cubierta. Después, desapareció de mi vista para siempre. Le echo de menos.

Por La menda lerenda

1.10.08

Concurso de relato breve: "Invitación"

En otras circunstancias menos extrañas, quizás hubiese aceptado su invitación. Hubiésemos quedado lejos de aquel tugurio para arreglar el mundo tras una taza de café mientras leíamos el periódico. Descubriría que ella odia el fútbol y yo fingiría indiferencia al pasar las páginas deportivas para que no pensase que soy como todos.

Observaría cómo son sus sonrisas: si ríe calladamente mis ocurrencias o a carcajadas. Esto sucedería tras unas cervezas. La suya quizá rubia. La mía tostada. No serían las únicas, porque la charla se alargaría. Descubriríamos que somos iguales, y nos preguntaríamos dónde ha estado metido el otro durante el resto de nuestras vidas. En silencio buscaríamos con desconfianza en la mirada del otro algo que nos haga batirnos en retirada mientras estemos a tiempo de salir ilesos. Y no lo encontraremos.

Daremos vueltas, esperando que sea el otro el que sugiera ir a cenar en lugar de pagar las cervezas y largarnos en direcciones opuestas, comiéndonos las ganas. No querría parecer atrevido, esperaría que dé ella el primer paso, pero la chica de la que me estaba enamorando no diría nada. Seguiría hablando, mientras de reojo escrutaría el reloj de su muñeca.

Terminaríamos cenando juntos, sin recordar de quien fue la idea. Y con el valor que siempre me otorga beber vino, me ofrecería a acompañarla a casa… y ella me invitaría a subir… y mi mundo empezaría a girar de nuevo, atascado como estaba desde el último desengaño…Pero nada de esto sucedió. Decliné su invitación, porque por una vez yo buscaba amor, y ella solo quería follar. Pagué la copa más cara de mi vida, y salí de aquel club de carretera con luces de feria en el que trabajaba la chica más bonita que he visto en mi vida.

Por Mirna.

I Premios El Arte Sano de relato corto


Señoras, señores,
disculpen la inactividad que ha sufrido este blog durante algún tiempo. Todo se debe a que el blogmaster de El Arte Sano piensa que es capaz de llevar a cabo cien cosas al mismo tiempo... cuando no es así.
Sin más, paso a contaros la primera novedad de esta temporada:

El blog literario en el que os encontrais junto con la Revista Socio-cultural Entrelíneas han convocado el primer concurso de Microrrelato y Fotografía artística.

Mientras que el apartado de fotografía artística se llevará a cabo en el blog Diario de redacción de la susodicha revista digital, los microrrelatos que sean recibidos serán expuestos en este blog para su publicación.

Los relatos podrán ser votados también por los lectores a través de El Arte Sano.

El ganador será elegido a través de los votos ejercidos a través de las encuestas en consenso con la decisión tomada por los miembros del equipo de redacción de Entrelíneas.


Se seleccionarán cinco finalistas en cada categoría (relato breve y fotografía) que recibirán una colección con todos los números de la revista Entrelíneas desde el primero hasta el número en curso.

El ganador del concurso de microrrelatos obtendrá una selección de títulos de autores como Saramago, Benedetti o Pérez-Reverte entre otros, además de un ejemplar de la nueva novela del escritor alhameño Patrick Ericson.

Sólo debeis acogeros a unas sencillas bases que aparecen especificadas aquí.

¡Mucha suerte a todos los participantes!

28.8.08

Tiempo

El cajón repleto de sueños formados de dulces olores...
recuerdos lejanos de un tiempo mortal.

Las manos vacías de miedo,
de sangre, de vida y de pan.
El tiempo escondido entre los recuerdos,
las horas futuras tan duras como olas de mar.

Tiempo pasado, eterno suplicio,
Largas las horas, eternos los días,
murmullos entre las hojas que esperan un punto final.

Y mil huecos repletos de dudas que quizá pronto se disiparan.
Tiempo.

Tiempo para abrazarse a los aires
que rondan las casas de un sueño mortal.

Tiempo para incumplir promesas,
crear vidas nuevas,
atarse a las sirgas que no sucumbieron bajo el temporal.
y entonces...
dejarse arrastrar,
morir,
naufragar.
El hastío rondando la mente,
los sueños pasados mordiendo el futuro,
mil tiempos de recuerdos vacíos,
y un solo momento para abrazar la verdad...
Tiempo y espera.

Solo en tus manos hallaras livertad.
Por Ana Aspid.

19.8.08

Sueño (I)

Recuerdo que me apetecía una cerveza muy fresca con espuma untuosa. Encontré donde beberla, un lugar tranquilo como deseaba, sombrío, aunque la cerveza, desgraciadamente, estaba caliente y sin fuerza.
Pero tenía tanta sed, que bebí una. Y otra. Y otra. No recuerdo hasta cuantas.
Entonces sonó el clic y vi.
La bóveda laberíntica de mi cabeza vio sus labios rojos, entreabiertos, sus pestañas largas y oscuras, sus ojos vívidos y llenos de sombras, su borrosa nube de cabellos. Por encima de los hombros del Horror, una belleza que dejaba sin respiración, me contempló un instante.
El espanto tomó por primera vez forma concreta gracias a la menos concreta de todas las cosas: un sueño de alcohol.
Era consciente de que las nieblas se abrían y, después, que una Cara se entrometía en mis visiones. Primero pensé que se trataba de una calavera; luego vi que era de un espeluznante color amarillo, y no blanco, y que estaba provista de alguna horripilante forma de vida. En sus profundas cuencas centelleaban unos ojos, y las mandíbulas se movían como si hablasen. El cuerpo, a excepción de los hombros altos y delgados, era confuso y carecía de forma, pero las manos, que flotaban entre las neblinas que rodeaban la calavera, eran horriblemente vivas y me llenaban de pavor.
Eran como las manos de una momia, largas, flacas y amarillentas, con articulaciones nudosas y crueles uñas curvadas como garras.
Y su voz, escalofrío mortal, imagina a quien lleva muerto tanto tiempo que sus órganos vocales hayan perdido la costumbre de hablar.
Luché por despertar, por abandonar aquella dimensión, las nieblas giraron y se espesaron, el Horror se perdía en la distancia, en las profundidades, pero tuve la sensación de que me había visto. Que ya sabía quien era.
Y que volvería.

Por Francisco Illán Vivas.

18.8.08

Testamento moral

Llegado el momento en el cual ya no me encuentro entre vosotros me gustaría dedicaros unas últimas palabras, así dejaré constancia sobre mi experiencia adquirida durante mi paseo por la vida.

Este testamento tiene varias ventajas, nadie recibe lo que yo le asigne, cada uno puede llevarse lo que mas le interese, también es destacable su carácter no-excluyente, esto no es un reparto, se puede tomar los consejos que se deseen, independientemente que otra persona coja los mismos.

A continuación dejo un decálogo donde se recogen las ideas que os brindo:

- Cuando la razón y el sentimiento utilizan caminos diferentes aparece el sufrimiento.
- De todo se aprende, nada es desaprovechable.
- Deposita tu vida en los sentimientos, no hay bienes materiales que resistan el peso de la felicidad.
- El silencio es una bella forma para decir algo. La sonrisa y la mirada, son las dos mejores caricias que pueden llegar a mimar un corazón.
- La vida es única e irrepetible. Solo se puede vivir el presente. El momento es ahora. Hoy es el mejor día.
- El Error es el mejor maestro, ofrece lecciones que nunca se olvidan y encaminan hacia un comportamiento correcto e inequívoco.
- Cree en ti, lucha por tus sueños, defiende tus ideas, y no olvides a quienes te aprecian, regálales tu mejor versión cuando te necesiten.
- No pretendas que la suerte solucione tus problemas, ni triunfar sin haberte establecido unos objetivos.
- La persona fuerte no es la que evita caerse, sino la que consigue levantarse.
- Los sentimientos que no son expresados carecen de sentido. Los defectos ignorados o no asumidos son un lastre.

Para terminar me queda dar las gracias a todas las personas con las que he coincidido, gracias a quienes me ayudaron, por confiar en mi y apoyarme, y también gracias a aquellos que fueron todo lo contrario, por haberme enseñado que la vida no es de color de rosa, sin ellos no habría tenido que luchar hasta convertirme en lo que fui, alguien tenaz que consiguió conocerse a si mismo, descubrió sus limite, fortalezas, flaquezas, y posibilidades.

(c) Por Águila.

16.8.08

En clave de Sol

Busco el escondrijo que me resguarde de ti, creí haberlo encontrado en el silencio.
Vieja daga lacerante,
estilete delicado,
corte fino sin dolor.

Ya no sangran las heridas,
no supuran borbotones,
no soy tu, tu no eres yo.

Cielo abierto descampado,
cuanto tiempo en el adiós,
cuantos nombres olvidados,
¿cuál momento?
¿qué perdón?

Veinte años, profecía,
tu sonrisa, mi dolor,
viejas fotos, viejos tiempos,
mi tristeza y el olvido, apostando en el vagón.

Escondrijo y un lamento distrayendo mi atención,
un susurro y unas letras,
una calle incongruente,
esta mísera canción.

Si me llamas ya no vengo,
si te busco ya no estás,
no te sueño y no te encuentro,
yo no pienso y tu no más.

Y me arropo entre las notas y el sonido de mi voz,
y te añoro y te maldigo,
desordeno las vocales
y te juzgo sin amor.

Mi condena impertinente,
tu blasfemia singular,
parapeto intransigente,
caudalosa libertad.

Las verdades tienen alas,
no me has visto cojear,
no es verdad que fueran falsas y no es cierta la verdad.

Por tu sangre y por mis venas,
alfileres sin control.
ya no sangran las heridas,
no supuran borbotones.

No soy tu,

tu no eres yo.

Para Esther, quien fuera mi hermana.

(c) Por Ana Aspid.

CLIC

Me encontraba tumbado en la cama, cubierto por la suave brisa del ventilador, disfrutando de ese placentero momento de descanso, estaba durmiendo y ya había conseguido “coger” una buena posición y ningún problema distraía mi mente, solo me quedaba entrar en la fase REM

Para mi desgracia un estruendoso ruido retumbó por toda la habitación, el cual me arrebató de las manos de Morfeo, ese momento de confusión y exaltación fue una gran inspiración de improperios:

- Pero... ¿qué cojo*** es esa pu** mier**? Me cag* en la host**, que por cul*, ********************

Tras ese momento de desahogo conseguí serenarme para intentar reconocer el origen de ese espantoso ruido. El malestar que tan repentinamente surgió en mi, aumento al darme cuenta de todo, lo que escuche fue el sonido del temporizador del ventilador cuando llegó a cero, el simple “clic” de un mecanismo arruino un momento de felicidad, había sido traicionado por un electrodoméstico, primero me ayuda a coger el sueño y después...

Cambió la situación, ahora me encontraba tirado y abandonado en mi cama, notaba las ansias del calor por apoderarse de mi, comenzaba a sentir su presencia. Me di cuenta que tenia que “empezar” otra vez, unas cuantas vueltas en la cama y otras vueltas a los problemas en mi cabeza, hasta volver a la situación previa al estrepitoso momento.

No sabía que hacer, podría levantarme y poner a funcionar el ventilador media hora mas, con el riesgo de que volviera a ocurrir lo mismo cuando finalice el tiempo programado, las mismas sensaciones y pensamientos, con el añadido de que se me quedaría cara de tonto. La otra opción fue seguir como si no hubiera pasado nada y buscar la forma de vengarme de un ventilador.

Elegí la segunda opción, pero me queda cumplir la última parte, aunque tengo dudas de llegar al final del plan, no me gustaría enemistarme con el ventilador, porque tendría que buscar otro amigo y el calefactor no es buena compañía en esta época del año.

(c) Por Águila.

27.7.08

Stress

Por fin. Regresas con avidez al calor del teclado de tu portátil. Lo echabas de menos. Se abre una ventana al mundo ante ti.
Pulsas ON. Esperas. La impaciencia te carcome. Contraseña. Hecho. Doble clic sobre el icono de Internet Explorer.
Recorres a velocidad vertiginosa las actualizaciones de las páginas y blogs que figuran en tus favoritos. Nada nuevo. Nada nuevo. Aquí hay algo. Interesante… da que pensar. Jaja, gracioso. Bueno… Nuevo salto. Nada nuevo. Nada nuevo. Algo hay. Es muy corto. Es una chorrada, fuera… A ver el correo…
Te apetece un pito. Coges el paquete. Rebuscas con el dedo en el interior del paquete. Lo piensas. Fumar mata. Lo dejas.
Estás en la bandeja de entrada. Chorrada. Chorrada. Uno que parece importante. Lo abres. Es un asunto laboral. Hoy es domingo. Te agobias. Lo cierras. Te apetece un pito.
Cierras Internet. Dudas. Recuerdas. Hace seis días que no actualizas ninguno de tus blogs. Bfffff… Tienes un par de ideas a las que darles forma. Doble clic sobre el icono de Internet Explorer.
Mis favoritos. Accedes a tu blog. Contraseña. Miras a izquierda y derecha, cómicamente, asegurándote de que nadie te observa teclearla. Escribes. Escribes. Pulsas para adjuntar una fotografía. Internet Explorer no ha podido mostrar la página. Tu conexión es una mierda.
Te apetece un pito. Coges el paquete. Rebuscas con el dedo en el interior del paquete. Sacas un pito. Lo llevas a tus labios. Lo piensas. Fumar mata. Lo vuelves a dejar en el paquete.
Sigues intentando adjuntar la foto. Se va a la mierda todo lo que has escrito. Control-Z. Control- Z. No funciona. Hora y cuarto componiendo un texto en condiciones. Te llevas las manos a la frente.
Alzas la vista y dejas de mirar a la pantalla. Observas la noche por el balcón de tu casa. Hay una tímida luna menguante que vuela raso sobre la línea del horizonte. Distingues, en la lejanía, la figura de una grúa de grandes dimensiones. Observas a tu perro caminar en círculos preparando el terreno para satisfacer ciertas necesidades. Te relajas y te dejas caer sobre el respaldo del asiento. Coges el paquete de tabaco y sacas un cigarrillo. Lo enciendes. Lo saboreas. Expeles el humo. Te consuelas pensando que la parca llega para todos, pero te preocupas cuando piensas que el tabaco merma la potencia sexual.
Piensas. Debería escribir esto… Abres un nuevo documento de Word. Reflexionas, mientras te rascas la patilla izquierda.
Escribes: Por fin. Regresas con avidez al calor del teclado de tu portátil…

(c) Por Eric F. Luna.

26.7.08

Serie: "Impresiones férreas" (II)

El trabajador inmigrante y algunos grados centígrados de más.


El inmigrante parece ecuatoriano. O boliviano.
Hace calor. Demasiado. Las chicharras tocan su acorde veraniego mientras nos resbala el sudor.
Desde su espera en los andenes, el inmigrante con pintas de trabajador porta una camiseta de tirantes apelmazada bajo sus axilas, de forma que todos los que subimos con él al tren podemos contemplar en un encuentro cómico y espontáneo unos flácidos pectorales.
Esta comicidad se ve acentuada por su sonrisa amplia, fatua y omnipresente.
Su rostro aunque ya profuso en arrugas no parece denotar que este hombre posea más allá de treinta años.
Dos elementos evocan tintes infantiles en su aspecto: Una gorra de propaganda de Cutty Sark que, debido a la gran mata de pelo de la que hace ostentación, parece "flotar" sobre su cabeza. Y una cartera escolar que no aleja de su lado..
¿Posible destino? Trabajo, sin duda...



(c) Por Eric F. Luna.

25.7.08

Un día te perdí

Un día te perdí; lo hice no se muy bien cómo, simplemente miré atrás, a los lados, y ya no estabas.

Puedo recordar tu risa, y la recuerdo de la misma manera que recuerdo tus enfados: vivos, pura y llanamente vivos. Incluso puedo acercar tu olor a mis sentidos, o el sonido de tu voz como si aún estuvieras presente. Algo me dice que no has muerto, y sin embargo... una llamada, sólo eso.

Sólo me queda una llamada telefónica que me explica qué, cómo y cuándo, y tu nombre ha pasado a ser un borrón en una lápida, frío y oscuro, como tú nunca fuiste.

Vuelven a caer las hojas de los árboles, no tras mi ventana; tras ella rebrotan verdes las hojas, y la primavera pretende pintarse de nuevo este año, pero a mí me es confuso discernir entre tanta pena. Me aboco al pasado, y humildemente, te abrazo.

Más que memoria me quedan tensiones, elásticas como el orgullo y pretéritas como el silencio, qué simple todo y a la vez qué absurdo.

Dejaré de existir me decías, y reías, consciente de que todo tiene un fin y de que la vida es siempre algo más escueta de lo que a la mayoría nos hubiese gustado, para nosotros mismos o para los demás.

Hoy he mirado atrás.

Me has obligado a hacerlo yo no pretendía volver allí, no quería volver allí sin ti, me gusta recordar los momentos y lugares como algo que podría volver a ser, no como algo que ha sido y que ahora tiene un agujero, un roto que no se zurce con un parche, una carencia atemporal.

No puedo evitar el preguntarme si el pasado deja de tener nombre cuando las imágenes que lo componen, se difuminan entre las del presente. Lo que había sido, ya no es, lo que estuvo ya no existe, y yo, que aún puedo mantenerlo, dejaré de estar.

Entonces sea cuando mueras realmente, y yo moriré después, cuando el borrón frío y oscuro de mi lápida deje de dolerle a alguien.

Ese día, el de mi muerte física no caerán las estrellas, ni nadie mas cercano a mí que yo mismo estará conmigo, pero el día que oníricamente no quede un vestigio de mí, entonces, y sólo entonces habremos muerto los dos.

Te recordarán porque yo te quise, y tantas veces las olas de la playa vengan a borrar tu nombre, tantas veces volveré a escribirlo en la arena, una y otra vez, desafiando en combate desatinado, lo que no tiene sentido.

Qué más puedo decirte, mi conciencia sabe que no te debo nada, que la deuda la contraigo ahora, pero no contigo sino con mi propia realidad, con la misma realidad que te hizo cerrar los ojos y con el tiempo que aún me queda para caerme de él.

-¿por qué hablas con los muertos?
-¡Porque no lo están mientras alguien los ame!

Tan sencillo como eso.

Tan sencillo como olvidar, tan legal como pretender que deje de doler. Pero no voy a hacerlo, rescataré tu nombre y dejaré que se me clave en el pecho, en los labios, en el alma, que cada gota de mi sangre contenga una pequeña parte de ti y que se derrame conmigo para que sigas viviendo.

Voy a leerte de nuevo esta carta, y quiero que me escuches bien, voy a leértela tantas veces como sea necesario, porque el día que alguien te llame y te diga que yo he muerto, quiero que recuerdes todas y cada una de sus palabras, quiero que las repitas en voz alta hasta el cansancio, que las sientas, que no me dejes morir, que hagas conmigo lo que yo hago con mis muertos.

Y entonces tal vez, y cuidado que digo sólo tal vez, de este modo yo consiga vivir en tu memoria para siempre, y tú, seas inmortal por haber amado.

(c) Por Ana Aspid.

22.7.08

La sonrisa de sus ojos llorosos

Desde el primer día que nuestros ojos se cruzaron supímos ambos que terminaríamos siendo una persona especial el uno para el otro.

Pero también desde la primera vez que la abracé supe que no pasaríamos de ser unos grandísimos amigos, aunque yo la amaré siempre. Compartíamos trabajo y esa convivencia, lejos de minar nuestra amistad la fortaleció, nos hizo cómplices, compañeros de alguna que otra juerga, "partners in crime", confidentes, paño de lágrimas y hombro de infinito consuelo.

Años más tarde me confesó que sin mí a su lado nuestros inicios en aquel periódico la hubieran arrojado en los brazos de la depresión, pero que ni en mis momentos más amargos en lo personal ni en lo profesional me faltó jamás una sonrisa para ella, a las 8 de la mañana, mientras ella entraba en el cercanías de menos 5 que nos llevaba a trabajar en la confección del papel de envolver los pescados del día siguiente.

Fueron años duros, exigentes, y fuímos todo lo que pueden ser un hombre y una mujer mutuamente sin llegar a sentir la piel desnuda del otro en la propia. Nos llegamos a conocer demasiado bien, por eso ambos sabíamos que no podíamos ser más que lo que ya eramos.

Sólo hubo una noche, mucho después, cuando ya nos consolábamos de matrimonios rotos y no de parejas inaguantables y pasajeras, una noche en un bar en el que luego añoraría girasoles con destinos prefijados, en que miré a sus ojos azules intensos como el mar del norte de donde procedía, y tuve que detenerme para no besarla. Nuestras risas se mezclaban con la música y el alma se me salía por los poros, y la certeza de su presencia no lograba aquietar mi ánsia por su lejanía en todo lo demás. Esa madrugada, cada uno ya en su casa, sólos a conciencia, nos enviamos unos cuantos mensajes al móvil, como adolescentes, con palabras que traslucían algo más que el agradecimiento por una noche que pudo haber sido nuestra.

Un día, mientras volvíamos a nuestro despacho (porque además compartíamos despacho desde que salimos de la redacción masificada) los hijos de un compañero correteando por el pasillo de dirección nos obligaron a aproximarnos, y mi instinto me llevó a unir mi cadera a la suya mientras para mantener la verticalidad posaba mi mano sobre su cadera, firme y elástica bajo unos vaqueros que parecían haber sido fabricados exclusivamente para su cuerpo. Casi parecíamos una pareja, con los chiquillos corriendo a nuestro alrededor. Me sonrió como solía hacerlo sólo a veces, bajando la barbilla, con la boca seria y casi tímida pero con una sonrisilla burlona asomándose a sus ojos. Me habló con esa voz suya delicada y musical y que a pesar de los años no había perdido del todo su ligero deje extranjero, lo que me la hacía más irresistible si cabía.

"Sabes que nunca funcionaría".

Entramos en el despacho, donde de los altavoces de su ordenador salía la melodía del más delicioso cuarteto de cuerda jamás escrito, la "Música nocturna para las calles de Madrid" de Boccherini. Nos sentamos cada uno frente a su pantalla y comenzamos a preparar lo que nos acababa de pedir nuestro jefe de área. Tras unos momentos, rompí el silencio.

"Lo sé... desde el primer momento lo supe".

Esta mañana era otra información la que nos debía mantener ocupados fuera de la redacción, pero el destino tiene sus propios planes para nosotros, pobres mortales, y terminamos asistiendo al parto de una jóven suramericana en mitad de la calle. Le decíamos al unísono que empujara, el bebé casi salía sólo pero necesitaba un poco de ayuda extra. La cabeza estaba prácticamente fuera y solo un empujón final bastaba para concluir el trance. Contemplar desde tan corta distancia la llegada a este mundo de un ser humano era algo para lo que quizá no estábamos preparados ninguno de los dos. O ninguno de los cuatro. Mientras el Policía Municipal que finalmente se personó en el lugar de los hechos buscaba por sus bolsillos algo para cortar el cordón umbilical y hacer un torniquete (finalmente me entendió cuando le señalé la pinza de su corbata), dejé a la niña (era niña) sobre el vientre de la madre, que sudorosa y llorosa miraba a su hija como nadie la miraría jamás.

Yo tenía las manos manchadas de sangre y llenas de vida nueva. Ella, mi compañera de tantos años, mi imposible amor secreto a voces, me las cogió, me las apretaba, le temblaban sus manos y buscaba en las mías un asidero firme que yo también precisaba. Lloraba y en sus ojos vi una alegría que no conocía. Tantos años desentrañando sus más mínimos gestos y siempre me guardaba una sopresa como esta. Me besó y en sus labios había sentimientos guardados durante más de diez años. Todos esos años pensé que ya había agotado mis lágrimas por ella pero aún me quedaban unas cuantas que aproveché para dejar salir por considerar apropiada la circunstancia y oportuno el momento.

Anoche soñé que hoy soñaría con ese beso, y que no sería un sueño, sino un recuerdo.

(c) Por Antonio Rentero.

20.7.08

Serie: "Impresiones férreas" (I)

INTRODUCCIÓN:

Debido a una serie de circunstancias, me veo obligado, desde esta misma semana, a tomar un tren de unos treinta minutos de trayecto, cada tarde, por cuestiones de trabajo.

En mi primer viaje me aburrí soberanamente, de modo que inicié la busqueda de alguna distracción que me distrajera del recorrido en tren. Pensé en escribir algo. Luego pensé en escribir algo que me fuera de utilidad. Comencé, entonces, a describir a la gente que me acompañaba en el vagón, pensando que siempre podrían servirme como referencia a la hora de escribir una historia.

Sorprendentemente, me dí cuenta de que allí había materia prima en abundancia, ya que no sé si en la soledad de mi escritorio podría haber recreado en mi mente algunos de los personajes que han estado bajo el acecho de mi bolígrafo...

Se podría decir que he redactado las siguientes descripciones un poco al estilo de Jack Kerouac: teniendo en cuenta que el primer pensamiento es el válido y sin entrar en arreglos posteriores ni ornamentaciones finales.
Espontaneidad. Primeras impresiones. Primeros pensamientos...

A esta serie la he denominado "Impresiones férreas" y os advierto de que, como blog de libre colaboración que es El Arte Sano, podéis crear vuestras propias series, proyectos o esbozos escribiendo a elartesanoblog@gmail.com.

Un saludo a todos los artesanos y os dejo con la primera descripción:


Dos adolescentes tardíos

Son dos típicos adolescentes imbéciles o, tal vez, dos chicos casi adultos disfrutando de una adolescencia tardía, a la que se adhieren sin intención de soltarse.
Ambos lucen ropa ceñida, camisetas de llamativos estampados y a rayas blancas y rojas, respectivamente.
Sus peinados son sendos calcos, uno del otro, de apariencia cuidadosamente despreocupada.
Uno de ellos porta un brazalete negro con estrellas blancas, el otro unas caras zapatillas deportivas.
Su conversación, pese a resultar inaudible, aparenta ser banal y frívola, y se basa en un constante susurro que se antoja despectivo hacia otros pasajeros. Amén de risas estúpidas y furtivas que son acompañadas por ridículos contoneos de hombros.
¿Olvidé mencionar los collares de surfista? Son dos estúpidos surfistas en tierras de secano.

(c) Por Eric F. Luna.

Vienes y te clavas, otra vez

Bienvenido de nuevo pequeño y viejo conocido, recuerdo las garras de tu nombre oprimiendo mi cuello,
cortando mi respiración y desgarrando mis ganas de seguir.
Recuerdo y deletreo tu nombre.
Tantas veces como sea necesario, y siempre las justas para no permitir que desgajes mi alma.
En los mundos impuros, tú, debes ser como el aire en el mío.
Impecablemente necesario.
En el mío eres sin duda alguna, el pan de cada día.
Y no te necesito.
Nadie quiere dormir contigo, y sin embargo ahí estás, acompañando muchos cuerpos cada noche, muchas
mentes dormidas por tu letargo.
Hoy dormirás junto a mí.
Y babearas los poros que ayer eran canela y hoy, segregan ulcerosos.
Y durante unos instantes me rebajaré al poder que vulneras, y seremos dos en la noche angustiosa que
pretendes presentarme como futuro desolador.
Pero no te creeré.
Tantas veces vengas y te claves, serás bienvenido, tú, tu nombre y el olor a sangre infecta que despides.
Tantas veces vengas, serás desterrado, tú, tu rabia y todo lo que representas.
Para que tu viaje no sea en vano, dejaré que el enjambre de preguntas que pretendes sean mi losa,
revoloteen por la estancia esta noche.
Y me morderé los labios, hasta la lengua, mientras pienso que me ahogo, pero mañana, mañana vas a salir
por la puerta por la cual hoy has entrado, y nos vamos a despedir como tantas otras veces: tu sabiendo que
volverás, y yo esperando que tardes en hacerlo.
Entonces, sólo me queda desearte, mi querido fracaso, que disfrutes de la noche que vas a pasar conmigo,
porque mañana, fracaso, de nuevo te vas al exilio del cual no debiste volver.
(c) Por Ana Aspid.

Sin escapatoria (II)

No había ni un milímetro de tregua a ambos lados del coche, el cual era cada vez más insignificante, tampoco quedaba ningún hueco para un pequeño halo de esperanza.

No hay semana sin Domingo, ni situación sin final, el de aquella fue el que ninguno de los dos amigos esperaba, aquel por el cual no apostaban que iba a acontecer, el camión comenzó a incorporarse a su carril, y no hubo noticias del coche que venia por detrás.

Por suerte para ellos no hubo un desenlace trágico, hoy pueden contarlo, y se puede decir que volvieron a nacer, tras haber recibido una segunda oportunidad para seguir viviendo.

El conductor, después de haber pasado un par de años, todavía no se explica como pudo salir de esa situación, no sabe como realizo la maniobra, la hizo sin pensar, fue el instinto el que giro el volante.

Aun recuerda como iban las plantas decorativas de la mediana golpeando el retrovisor izquierdo, tampoco olvidara el haber llevado entre las ruedas la línea externa del carril izquierdo, pero la imagen que le acompañara el resto de su vida fue la forma de disculparse del chofer del camión, que sacó el cuerpo de cintura para arriba por la ventanilla y girándose pidió perdón, el conductor del coche hubiera preferido que se hubiese mantenido el cuerpo y la mirada hacia el frente, y que simplemente hubiese sacado un brazo, no vaya a ser que tuvieran otro susto, que no es agradable tentar tanto a la suerte.

Con el paso del tiempo todo ha quedado en una anécdota, desde entonces ambos aprecian un poco mas la vida, a la que le agradecen estar vivos y sin secuelas, a excepción de una que le ha quedado al conductor, la de sentir que todo los vehículos le van a hacer la puñeta en cualquier momento y sin previo aviso, un agobio que le hace desear fervientemente ser la única persona que circula por el infinito universo.

También trata de quitar hierro al asunto, de pensar que no fue para tanto, para así poder quedar tranquilo al no haber estado próximo a la muerte, o casi haber dejado una vida a medio terminar, o de marcar el resto de la vida de sus allegados.

(c) Por Águila.

17.7.08

Fotocopia

Tomada de puño
y letra estilosa y grácil.
El sudor de sus delicadas manos
dejaron en ti una impronta fortuita.
Te sientes importante.
Te sientes especial y única.
Pronto dejarás de serlo.
Repartiré tu esencia por cien folios en blanco,
tendrás un precio
y ellos te tomarán prestada
para usarte.
(c) Por Eric F. Luna.

Blogs, escritores y parafernalias

Como decíamos ayer...

He de reconocer que me fascina la forma que tuvo Fray Luís de León de regresar a la docencia, tras pasar una temporadita a la sombra.

Hago un alto en el camino para anunciar que estamos de vuelta. El condenado blog master de El Arte Sano ha sido víctima de una serie de catastróficas desdichas de las que no haré partícipe a nadie. Pero os prometo enmendar esto y darle nuevas energías a este blog (para lo que, por supuesto, reclamo vuestra colaboración)

De momento, he incluido este blog en el proyecto 1000 bitácoras literarias, del que he tenido conocimiento gracias al estimado compañero de letras Paco Illán.

Tengo algunas ideas más en mente para este blog. Todo depende de que le inyectemos una buena dosis de letras tecleadas a El Arte Sano como hemos estado haciendo hasta ahora.

Recordad que podeis seguir enviando vuestros escritos breves a elartesanoblog@gmail.com.

Un saludo, artesanos.


13.7.08

Rojo

Rojo, púrpura, el añil embotellado del sentido de morir,
roja la sangre espesa que a ti me une,
roja la vil herida que me separa de ti.

Rojo y descarnado,
rojo el fuego que hierve acostado en su agonía,
roja la lucha la cruenta espera,
rojas tus noches a la par que rojos mis días.
Roja la savia de lo impreciso,
el futuro, las maneras,
rojo mi pelo y tus labios,
rojas las palabras muertas.

Los amaneceres rojos que me regresan,
hoy sirven para olvidarte, mañana para añorar la senda.
Rojas las tardes de la ignorancia,
juegan las nubes dispersas,
y el horizonte de lo mundano
borra las huellas de mi presencia.
Rojo.
Roja la esencia,
rojo el fuego en sus despojos,
roja la indiferencia.
Rojo y carmín embarrado,
rojo perdido en la espera.
(c) Por Ana Aspid.

6.7.08

Sin escapatoria (I)

Era un prometedor día veraniego, dos amigos acaban de realizar el último examen de la convocatoria de Junio y se disponían a volver a su pueblo. Durante el trayecto de vuelta por la autovía poco hablaron de cómo les fue el examen, porque iban comentado lo que iban a hacer esa noche para despedir la época de estudio y recibir el verano.

Era un momento de felicidad y deseos de llegar a casa para descansar hasta que llegase la noche para irse de fiesta a una localidad costera cercana. Esas sensaciones esperanzadoras comenzaron a difuminarse cuando el amigo que iba de acompañante dijo:

- Cuidado, se te va a meter.

Se refería al camión al cual se encontraban adelantando, que pareció no percatarse de su presencia, se disponía a cambiar de carril, pues ya tenia el intermitente anunciando su próxima maniobra.

El conductor pensó que no ocurriría, que se colocaría detrás cuando lo terminasen de adelantar, pero no fue así, el camión comenzó a desplazarse a la izquierda mientras el coche aun se encontraba a media altura, sin haber terminado el adelantamiento. Los intermitentes del camión parecían anunciar un peligro con perversas consecuencias.

Desaparecieron las sonrisas y la planificación del ocioso plan nocturno, se encontraban en una situación de difícil solución. El conductor del coche tenia numerosas e inviables posibilidades. Acelerar era la opción utópica, puesto que no le daba tiempo a rebasar al camión antes de un irreversible final. Frenar era la lógica elección, pero el coche de atrás podría colisionarlos. Girar a la izquierda o a la derecha era un suicidio, por la presencia de la mediana y del camión, respectivamente.

Allí se encontraban ellos, sin apenas tiempo para actuar, y con pocas alternativas factibles para escapar de esa trampa mortal. El acompañante apenas tuvo tiempo para pensar, solo sintió que ese era el final de su vida, se iba a cumplir esa deseo-broma que solían decir en la época de exámenes: “Espero no morir ahora, no me gustaría haber pasado los últimos de mi vida encerrado en casa estudiando” .

El conductor ni siquiera tuvo tiempo para pensar que hasta ahí había llegado su vida, porque era quien conducía, y tenia que decidir que hacer, no era momento sentimentalismo, añoranzas, arrepentimientos, ni de sentir cualquier emoción que no le sirviera para solucionar la situación en la que se encontraban.

Cuando la resignación comenzaba a embargar al conductor surgió el instinto animal para evitar el peligro, de forma inconsciente y en cuestión de milisegundos pitó al camión, apuró al máximo el poco hueco que disponía a la izquierda, frenó de forma comedida, para minimizar las consecuencias de la posible colisión, pero dejando tiempo de reacción al coche que llevaba detrás.

No quedaba en su manos nada mas por hacer, solo esperar a que el chofer del camión viera el coche y dejara de seguir metiéndose en el carril izquierdo, que el vehiculo de atrás tuviera espació y tiempo para frenar, en definitiva, quedo expectante para que ese no fuese su último viaje…

(c) Por Águila.

30.6.08

Red Cammy, any given 1944 night

Su pelo era del color del fuego intenso.

Nuestros ojos se habían cruzado varias veces en medio de la muchedumbre, al final de la ceremonia. Tenía un rostro de una belleza serena y discreta que solo se encuentra en las peliculas de los años 40, pero al mismo tiempo algo en su forma de mirar de soslayo, con una sombra burlona en el borde de los ojos, me recordaba a la actriz Mimi Rogers.

El juego de miradas continuó en el banquete. Era un buffet con la gente deambulando libremente entre mesas con platos y bandejas, asi que hubo ocasión de volver a buscarla entre los asistentes. No era complicado, su pelo era la llama del faro en medio de la tormenta. En algun momento me aproximé a ella y pude confirmar auditivamente mi impresión inicial de su procedencia anglosajona.

La cena transcurrió entre largos periodos de ignorancia y puntuales busquedas de sus ojos. La distancia no me los hacía indistinguibles, curiosamente estábamos en extremos opuestos de la sala pero una vez localizada sin mayor problema su melena no costaba mucho que al cabo de un rato mis ojos estuviesen de nuevo tan clavados en su retina como un alfiler tratando de capturar eternamente la belleza efimera de una fragil mariposa. Se me ocurrían pensamientos como este de cursis porque como ya he dicho su belleza me transportaba a cualquier noche de hace 60 años.

Los contrayentes comenzaron a bailar el inevitable vals cuando yo conseguí hábilmente deslizarme hasta su desprevenida retaguardia. Sus amigas salieron a la pista acompañadas de sus respectivas parejas y ella se quedo sola, sosteniendo muy convenientemente un plato y una tacita de té. Eché en falta que en ese momento mi visión no perdiera la capacidad de ver en color. Si todo se hubiera tornado blanco y negro y en lugar de un joven con un portátil y una mesa de mezclas hubiésemos contado con una orquesta con sección de viento y cuerda la ambientación habría sido perfecta.

Cogí el plato y la taza de té de sus manos y las deposité en la mesa de al lado. En un correcto inglés la invité a bailar pero ella, terriblemente azorada, se negó. Miró a la pista, me miró de nuevo con sus ojos verdeazulados y me dijo que después. No sé como empezó una banal conversación en la que intercambiamos nuestros nombres, aclaramos si veníamos por parte del novio o de la novia y salí de dudas sobre su procedencia. Ante su sonrisa supe que era londinesa y que yo no era el primero que pensaba que su origen era irlandés. Tras el vals, la musica que sonó era imposible de bailar con cierta dignidad si no se tenía un determinado nivel de alcohol en sangre, y como no era el caso dejamos la cosa en ese punto y nos separamos.

Las conversaciones en lugares opuestos del salon de celebraciones continuaron y nuestras miradas continuaban cruzándose.

Mucho despues salí al jardin a llamar por el movil a un amigo que celebraba su cumpleaños esa misma noche y a cuya fiesta no podia asistir por obvios motivos de compromiso familiar. El jardín que rodeaba el lugar tenia un leve toque a parque romantico decimonónico, con un cuidadísimo cesped, parterres recortados, macizos de flores que dejaban sentir su aroma en el fresco de la noche, pequeños muros de piedra, fuentes y albercas con velas flotando en sus tranquilas aguas, algun banco de madera... y allí estaba ella, sentada en uno de esos bancos, sola.

Por un momento me ví desde fuera, rodado en 35 m.m., pelicula en blanco y negro, con una banda sonora de sección de cuerda que sonaba de fondo algo atenuada desde el interior de la fiesta, vestido con smoking, pañuelo en el bolsillo del pecho, con fino bigote en lugar de perilla, pelo engominado hacia atrás en lugar de rizado anárquicamente y en mi mano no un móvil sino un cigarrillo. Ella no necesitaba cambio alguno, de hecho su vestido si no en forma al menos en color y estampado podría haber sido aceptable en un acto social elegante y sofisticado de la Inglaterra de mediados de siglo XX.

Me acerqué hasta ella y desde una prudente distancia le pregunté si todo iba bien. Todo iba bien y fue a mejor desde ese momento, porque comenzamos a hablar y a contarnos cosas, a comunicarnos algo más aparte de las superficialidades que antes habíamos compartido. Curiosamente alternamos su inglés materno con el italiano que yo chapurreo pero entiendo casi a la perfección. Coincidencias de la vida, ella habia pasado su año como Erasmus en Padova, la ciudad de mi santo, San Antonio de Padua, que en realidad se llamaba Fernando y era de Lisboa, pero eso es otra historia. Santo Varón.

La noche avanzó, ella tenía frío y yo la acompañé al interior a por su abrigo, volvímos a salir y continuamos mezclando tres idiomas con total naturalidad, ella siguio regalandome unas miradas que hace decadas que no recoge una camara de cine y yo continue fascinado y casi a punto de mentirle y decirle que la noche siguiente partia a combatir en mi Spitfire de la Royal Air Force contra los malvados bombarderos de la Luftwaffe. Inglaterra no se rendirá jamás mientras en el pecho de nosotros, sus valientes oficiales, llevemos la fuerza que nos da el sabernos amados por mujeres bellas, de mirada intensa y un punto burlona y cabellos rojos como la pasion que compartimos. Por mujeres como Cammy, a quien tenía ante mí como se hubiese escapado de la bobina numero dos de una pelicula belica.

Antes de que el alba comenzase a despuntar y el sol me despertara del sueño nos despedimos. Le dije con un acento ingles forzadamente británico que había estado encantado de conocerla y que le agradecía los momentos que habiamos compartido esa noche. Ella sonrió y nos dimos un beso. Lo que no sabrá nunca es que con ella había viajado durante esas horas en el tiempo y que en el futuro, cuando recuerde esta noche, mi mente no volverá a este año y esta ciudad sino a una noche indeterminada de la Inglaterra de 1944.

(c) Por Antonio Rentero.

27.6.08

La mala memoria

Quedaban doce horas para el fin del mundo, aunque él hacía tiempo que no tenía ningún tipo de conexión con la realidad...

Todo comenzó un día hace dos años cuando la memoria le jugó una mala pasada y olvidó el nombre de la que había sido su compañera, su confidente, su amante durante más de treinta.

Poco a poco fue olvidando y por no acordarse no recordaba ni como se llamaba, comenzó a olvidar cosas tan pueriles y livianas como el nombre de los colores, el de sus hijos...

Un día llegó a cuestionarse, ¿qué estoy haciendo yo aquí?, ¿cuál es mi función real?; si bien eso ya se lo cuestionaba antes de comenzar a olvidar, en esta ocasión no encontraba ningún tipo de respuesta, ni de argumento con el que intentar responderla...

El vocabulario se fue borrando de su memoria hasta que ésta quedó como un folio en blanco lleno de tachones y esbozos de lo que al parecer un día fue su vida...

Ahora sólo quedaban doce horas para el fin de su mundo. Ese mundo que tardó cincuenta años en construir y tan sólo dos años en derruir.
Allí se encontraba postrado en una cama rodeado de seres extraños que no acertaba a adivinar quienes eran. Seres extraños que no paraban de compadecerse a sí mismos. Así que cerró los ojos y cayó en un profundo sueño del que despertó doce horas más tarde empapado en sudor.

(c) Por Gerardo Cañavate Saura.

26.6.08

Local de moda

Es el local de moda.

El hilo musical es un coctel agitado demasiado deprisa de música funky con bombos, cajas y charles potentes por el que alguna de estas chicas no puede evitar mover instintivamente el trasero.

Es curioso ese movimiento involuntario, como si fuera un vestigio de antiguas danzas tribales... lo llevamos en los glóbulos rojos.

Quizá hay demasiada luz para mi gusto, aunque mi chica se mueve por aquí como pez en el agua. Recorre el local de un lado para otro al son de la música.

Reparo en la gente que me rodea: La mayoría son chicas jóvenes enfundadas en ropas apretadas que aún no saben qué significa ser mileurista y que se gastan la paga que les proporcionan sus padres, empujadas por el frenesí del local.

Aunque también hay otro tipo de seres pululando por aquí, hombres pre-cuarentones que pierden la mirada en los ceñidos escotes de las primeras.Veo un grupo de chicos de moderna apariencia que hacen que me sienta, por momentos, fuera de lugar. Veo mi imagen reflejada en uno de los espejos del local con mi chaqueta y mi apariencia de hombre-carpeta y me siento anticuado, aspirante a pre-cuarentón.

Mientras tanto cruzamos una zona distinta del local, veo tangas de mujer tirados por los suelos y comienzo a ponerme tenso mientras mi imaginación se dispara.

Las trabajadoras del local de moda son también más jóvenes que yo, pero su actitud es tan soberbia que sería capaz de solapar a la mía. Las veo currar a velocidades vertiginosas. El dueño del local las contrató bajo el fundamento de que para ese trabajo tan sólo se precisa poseer cuerpos bonitos, juventud y, de momento, escasas inquietudes.

Ha llegado la hora, tras un rato deambulando a través del local mi chica me arrastra hasta una zona más íntima. Hay varias parejas, de todas las edades repartidas a ambos lados de un interminable pasillo. Mi chica se sitúa tras una cortina y me invita a pasar junto a ella. Una vez dentro no duda en iniciar todo un striptease, trata de seducirme con sus cadenciosos movimientos y con su mirada.

Ahora sí que estoy tenso.

Me encanta ver caer sus cabellos cobrizos sobre su blanca piel, tras abordar un pequeño salto en el precipicio del cuello de su camiseta.

Puedo comprobar de un vistazo que, junto al compartimento tras el que ocultamos el cuerpo desnudo de mi chica hay alguien más. Veo unos bonitos pies desnudos tras la mampara que separa cada compartimento.

Mi chica solicita mi opinión: ¿te gusto así? sí, por supuesto que sí ¿y así? bueno, mejor antes...

La música no está tan elevada en estos "reservados" por lo que hay que llevar cuidado con los comentarios obscenos que puedan terminar en los oídos de otros. Se oye un suspiro al fondo, aunque parece un suspiro decepcionado.Cuando estamos en lo mejor de todo mi chica comienza a vestirse de nuevo y me insta con la mirada: vámonos.

Mierda.

Yo también suelto un decepcionado suspiro cuando compruebo que todo termina cuando la dependienta de Zara, con una sonrisa ausente (ya que no hay un sueldo que se la pague) pasa la tarjeta de mi chica para cobrarle 60 putos euros.

(c) Por Eric F. Luna

25.6.08

Moderna parábola laica

Era un matrimonio amigable, noble y honesto, y nunca habían tenido ningún problema con sus amigos, vecinos, ni con la sociedad.

Ella se llamaba María, era una ama de casa sincera, dulce y cordial, además de excelente esposa. Él era José (el primer Pepe de la historia), el cual poseía una empresa de carpintería, y todo el mundo lo conocía como un hombre gentil, trabajador, generoso y afable.

La estabilidad del matrimonio en general, y la comprensión de José en particular, fueron escrutados por un tedioso acontecimiento que María confeso a su esposo.

Había quedado embarazada una mañana mientras José se encontraba trabajando. Los hechos se produjeron cuando ella recibió la visita de un misterioso hombre llamado Ángel. El hijo fue concebido por obra y gracia de la inseminación artificial, no hubo acto sexual, por lo que le pusieron el apodo de “la virgen”.

José pensó en no pedir el divorcio ni deseo que su mujer abortase, y decidió que alumbrase a Jesús, así se llamaría el niño, cuyo nombre fue elegido por Ángel.

El nacimiento se produjo en un precario motel durante un viaje del matrimonio. La habitación carecía de luz, agua, teléfono, y televisión, además la única ventana estaba orientada a una pequeña granja, en la cual se observaba la presencia de un buey y una mula. La familia recibió la visita de los pastores de la granja y de tres monarcas, los cuales llegaron guiados por el GPS.

Sobre la infancia de Jesús se podrían contar muchas anécdotas, como aquella vez que se perdió en el museo cuando fue con sus padres a visitarlo, o cuando en el banquete de una boda civil encontró los toneles de vino.

De mayor se convirtió en el líder de un grupo de amigos, dicho grupo iba de pueblo en pueblo dando conferencias sobre la globalización, la investigación con células madre, el cambio climático…

El desenlace final de su vida comenzó cuando fue traicionado en el monte de los olivos mientras el grupo debatía sobre la evolución de la especie. Fue detenido por diferentes altercados públicos. Durante el juicio falleció, pero realmente sufrió un episodio de catalepsia, y a los tres días volvió a la vida.

(c) Por Águila.

23.6.08

No cabe

¿Cómo ha llegado tan rápido?

Es lo primero que he pensado cuando he visto el nuevo Fiat 500 rojo delante mío. Lo había dejado atrás hacía casi 10 minutos, tras pararme a su lado en la entrada de una rotonda. Dentro iba una guapa chica jóven, morena, con gafas de sol. Yo voy en moto, soy inmune a casi todos los males del tráfico, asi que era imposible que habiendo venido por el camino más corto y adelantando a todos los coches cuando se detienen en el semáforo correspondiente ahora ese cochecito rojo, tan mono, tan cuco, tan pequeñín... estuviera ahora delante mío en otro semáforo.

Claro, es que era otro. El mismo modelo pero con otra guapa chica jóven dentro. Esta vez rubia. Sin gafas de sol. Quizá más tierna, la morena de antes parecía más agresiva.

Inicia la marcha y voy detrás de ella, el callejón es estrecho y no me permite ponerme en paralelo para continuar mirándola con atención. De repente se detiene. Inicia la maniobra de aparcar en un espacio inexistente. Es la entrada de un garaje que ya se encuentra ocupada por un coche mal aparcado. Queda el espacio justo para ese Fiat 500 rojo si no fuera por la existencia de un pivote metálico negro de un palmo de grueso y dos de alto.

Por la acera, empujando un carretillo y vestido con un mono azul va un hombre moreno, de pelo rizado y bigote poblado, supongo que trabaja en la obra cercana, a mí me recuerda al gitano custodio de "Indiana Jones y la última cruzada" que le decía al héroe "Yo estoy preparado para morir, doctor Jones... ¿y usted?". Mira la maniobra incipiente con la misma extrañeza que yo. Intercambiamos una mirada tan cómplice como asombrada.

La guapa rubia sigue la maniobra. No ve el pivote, se lo tapa el propio coche.

-No vas a poder, tienes detrás un pivote como este - le digo mientras señalo un pivote parecido que hay en la acera contraria, donde sí puede verlo.

Me ofrece una mirada desvalida, un gesto casi de súplica, con su rostro de dulce sueño romántico de cualquier hombre que se vista por los pies.

-Entonces no me cabe, ¿verdad?

Niego con la cabeza, creo que mostrando una cierta decepción. Ella entiende y se marcha. Entiende que yo le decía que no, que no cabía. No entiende que le decía al mismo tiempo que también me daba pena que en mi vida no cabe hoy un sueño como el que ella representa.

(c) Por Antonio Rentero.

19.6.08

Círculos

Las preguntas sin respuesta son como charcas de lodo en mi alma mortal.

A veces se cubren y aparecen dispersas, crecen a su voluntad.

Y escribo.

Escribo tu nombre enredado en las letras,

mil pensamientos me abocan a ser sin sentir.

Intercalo tu H en ese dictado,

y aprendo de nuevo a olvidar,

lo que espero omitir.

Recuerdo mi sangre y un juramento,

las manos de barro,

la nieve y el mar,

el olor a mojado,

las viejas paredes,

un trozo de alma

y un cacho de pan.

Reitero.

Insisto y declino,

preguntas sonoras que acosan mi paz.

Y olvido.

Olvido y dimito,

renuncio a encontrar la respuesta.

Renuncio a olvidar.

La charca, el lodo, mi alma,

regreso a escribir,

ahora recuerdo,

ahora te ignoro,

ahora comienzo.

Principio.

Fin.

(c) Por Ana Aspid

18.6.08

Carta abierta a una amiga

Te escribo esta carta para pedirte que no te enfades conmigo por quererte sólo como amiga, que sólo desee verte ocasionalmente cuando yo lo prefiera. No me pidas una relación intensa y pasar todo el tiempo juntos.

Siempre he apreciado tu gran versatilidad para adaptarte al lugar donde te encuentres en ese momento, además de tu incansable e infalible presencia en los buenos momentos de todos los que están a tu alrededor.

Me gusta tu apariencia, ya vayas de morena o de rubia, y aunque resulte paradójico, también me gusta tu frialdad, te prefiero fría ante la vida que caliente.

Para ser sincero tengo que decirte que no me gustaría ser dependiente de ti, solo quiero estar contigo ocasionalmente, tampoco veo conveniente que cuando nos veamos pasemos extensos momentos juntos, debido que no llega a convencerme mi actitud cuando estoy a tu lado.

Otro motivo por no querer pasar mucho tiempo a tu lado es el sufrimiento que padezco el día posterior a nuestros encuentros, en ocasiones he llegado a arrepentirme de verte y pienso que sería mejor no volver a vernos.

Eres querida y odiada a la misma vez. Te acusan de no portarte bien con la gente, pero gracias a tu encanto no te faltará nadie a tu vera, porque te tienen como buena compañera para divertirse y para ser quien escuche las penas, contigo se puede pasar un momento de evasión de los problemas, también es cierto que estar a tu lado no deja de ser un bienestar superfluo y ficticio, porque pronto se diluye cuando no estás.

Nunca olvidaré tus besos en los momentos que hemos pasado en grupo, momentos de compañerismo rodeados de buena gente. ¡Hasta pronto!

P.D.
De tanto hablar de ti me apetece tenerte entre mis manos, de tener una cerveza...

(c) Por Águila.

17.6.08

De los malos

Sé lo que estás pensando: cabrón, hijo de puta. Lo sé porque siempre es la misma mirada de psicópata, la misma sonrisa de asesino. Sé que piensas que ésta será la última vez, al menos es lo que dices, -quizás sí que lo sea-. Sé que para ti no soy nadie, aunque supongo que algún día sí que lo fui.

Ya estoy harta de ti, de tus gritos, tus insultos, que a veces hacen más daño que los golpes y los moratones. Estoy harta de estas ojeras, de no dormir por las noches, de salir a la calle y escuchar el murmullo de los vecinos que son aún más hipócritas que nosotros. Harta de sufrir toda esta humillación.

Hoy puedes hacer lo que quieras conmigo, no te voy a dar el gusto de soltar un solo grito. Hoy vas a ser tú, el que te vas a lamentar.

Antes creía que la culpa era mía por no haber parado todo esto a tiempo, por haber mezclado, una vez, la pasión con la violencia -aquello fue un juego de dos al que yo hace tiempo que dejé de jugar sin que tu te hayas enterado-. Pero hoy lo tengo claro: aquí el único culpable eres tú, porque estás muy enfermo. Hoy ya no tienes ningún derecho sobre mí -nunca lo has tenido- y yo tampoco tengo ningún deber contigo.

A lo mejor hoy nos despidamos: tú de la vida; y yo de ti: hasta nunca. Quizás hoy lo haga, o quizás no, porque yo no soy como tú; porque sé que esa no es la solución.
Pero… ¿cuál es la solución? Seguro que no es la que estamos pensando.

(c) Por Gerardo Cañavate Saura.

16.6.08

No merece la pena

Fue toda una casualidad terminar entrando en ese último bar. Aunque a la larga no terminó siendo el último.

La excusa era tomarnos la última y deleitarnos con las neumáticas camareras, pero pronto todo se borró a mi alrededor. Había un grupo, media docena de chicas acompañadas de un chico. No podía dejar de fijarme en una de ellas. Vaqueros, zapatos negros, jersey negro, morena, gafas de pasta finas también oscuras. Sobre el pecho derecho tenía un pequeño girasol de tela. Cualquiera vería una chica normal. Puede que sólo yo percibiera su excepcionalidad. No sé porqué, pero lo sentía.

La veía sonreír y una parte de mi cerebro retenía esa imagen mientras en un rincón la conversación con mi amigo seguía en modo automático. Mi mirada y la de ella se cruzaron un par de veces. Veía algo especial en ese rostro, no sé el qué, pero no podía apartar mis ojos de ella, no podía dejar de contemplar sus expresiones.

Quiso, de nuevo, la casualidad que entabláramos conversación con dos chicas que acababan de llegar al bar. Yo procuraba situarme de manera que mientras manteníamos una serie de diálogos de tanteo pudiera seguir mirando a la chica del parche del girasol. Ocasionalmente seguían cruzándose nuestras ojos. La conversación con las otras dos chicas, mantenida por menos de la mitad de mi cerebro y por mi amigo en estado de gracia, progresaba y dejando atrás el embrión de toma de contacto y superado el estadio de mutua aproximación se adentraba sin solución de continuidad en la preparación de una noche conjunta de dobles parejas mixtas recién conexas.

Ella seguía teniéndome magnetizado.

Sus amigas comenzaron a recoger bolsos, chaquetas... abandonaban el local. No, no podía ser. ¿Qué hago? ¿Abordarla a la desesperada? ¿Cómo? Voy a hacer el ridículo más espantoso. Pero no podía quedarme ese sentimiento dentro.

Probablemente sería de nuevo la casualidad la que ordenó la salida de su grupo de amigas (y amigo) de forma tal que ella, la chica de sonrisa alegre y mirada tierna, se quedó rezagada.

-Perdona, espero que esto no te suene demasiado raro - fuí capaz de articular al abordarla. Ella me miró sin la expresión negativa que yo creía que iba a recibir - pero desde que entré en este bar no he podido dejar de mirarte. Sé que te sonará un poco como una locura, pero me gustaría conocerte. No me podría ir tranquilo esta noche a casa si no te lo hubiera dicho.

-Ahora no va a poder ser... nos estamos marchando ya.

-Ya... yo había pensado en vernos otro día.

-Bueno - comenzó con una voz suave - lo que me suena es muy sincero, y me halaga mucho... pero - y sonrió con cierta tristeza mientras recogía su chaqueta blanca - no merece la pena.

-No me digas eso.

-No, en serio, no merece la pena.

-Bueno, no serás tan mala...

-No... es que estoy a punto de casarme.

Giré sobre mis talones y di un golpe con las dos manos sobre la barra del bar, que estaba justo detrás de mi, en un gesto tan espontáneo como cómico.

-En ese caso - acerté a articular - enhorabuena... a tu futuro marido.

Esta sonrisa fue sólo para mí.

-Gracias.

-Sólo una cosa... ¿cómo te llamas?

-Ana.

-Ana... encantado - la así por los brazos y le dí los dos besos de rigor - Yo soy Antonio. Te deseo mucha felicidad.

-Gracias... mucha suerte.

Y se marchó con una sonrisa en los labios. La mía era de sabor agridulce.

La noche continuó. Mi amigo se marchó y me dejó con las dos chicas. Terminamos en un local cuya descripción se resume en la palabra antro. Puerta con mirilla, ambiente cargado, gente que entiende y gente incomprensible, relajación de costumbres, conversaciones reveladoras, sentimientos desnudados, atracciones confesas, encuentros y desencuentros, copas derramadas, rescate de no tan damiselas en no tanto apuro en cuarto no demasiado oscuro, aseos multirraciales con concurso de snowboarding nasal... dejé a una de ellas en su casa cuando los pájaros cantaban el alba, con el tiempo justo de pasar por mi casa, ducharme y cambiarme de ropa para ir al trabajo.

Comienza un día que nunca acabó y la misma idea sigue susurrándome su mensaje. Mereció la pena, Ana, mereció la pena decirte lo que pasaba dentro de mí. Que seas muy feliz.

(c) Por Antonio Rentero.

13.6.08

El don de los malditos

Esteban tenía un don. Pero a él le parecía una auténtica maldición. Era algún tipo de sexto sentido. Cuando estaba cerca de alguien que iba a morir, podía presentirlo. A veces ocurría inmediatamente. Otras veces pasaba más tarde; solía enterarse por casualidad, confirmando sus funestas premoniciones. Pero siempre terminaba ocurriendo.

Era una sensación realmente extraña. De repente, oía una especie de música que lo anunciaba. Se trataba de notas sueltas, de un tintineo muy breve. Era la melodía que emitían las almas agotadas de quienes iban a fallecer. Más pronto o más tarde, perecían.

La primera vez le pasó con su abuelo, que expiró mientras yacía enfermo en su cama. Esteban estaba a su lado cuando murió, pero no supo relacionar los sonidos que había oído en su cabeza con la muerte del anciano.

Con el tiempo, descubrió lo que le pasaba y aprendió a convivir con esa extraña capacidad precognitiva. Una vez fue el vecino de su madre, que tenía cáncer y sucumbió a la enfermedad la misma noche en que Esteban lo predijo. En otra ocasión estaba en un ascensor lleno de gente y una joven se desvaneció de pronto; todos pensaban que había sufrido una lipotimia, pero, antes de que le tomaran el pulso, él ya sabía que se trataba de algo más serio, tal vez un infarto.

A medida que se hacía mayor le sucedía con más frecuencia. La madurez, la edad, le hacía estar cerca de más adultos y la probabilidad de presentir una muerte crecía. Lo que más le dolía era presentir la pérdida de los niños. Y lo más curioso era que cada persona tenía su propia música; nunca se repetían las mismas notas.

Así transcurrió toda su vida, presintiendo con tristeza cómo morían los demás, hasta que un día escuchó los primeros acordes de su canción favorita. Después no sintió nada más.

(c) Por José Ángel Muriel González. (Síguelo también en http://www.elautor.com)

8.6.08

Las reglas del juego

Bienvenidos a El Arte Sano.
Las reglas son bien sencillas:

Una idea te ronda la cabeza. Las musas te soplan a la oreja. Pues bien, puedes cincelar esa idea hasta convertirla en un microrelato o en unos versos. También puedes dejarla escapar, pero sería una lástima.

Luego introduce tu escrito en un sobre y envíalo electrónicamente a elartesanoblog@gmail.com. No envíes relatos cortos que hayas pensado enviar a concursos o ideas que no deseas compartir. Todos sabemos que las ideas valen su peso en oro y que ciertos certámenes no aceptarán relatos ya publicados en algún soporte (p.e. electrónico) con anterioridad.

La filosofía de El Arte Sano es la de crear un cálido caldo de cultivo para la producción literaria. Podemos utilizar El Arte Sano de "pizarra" de pruebas o, simplemente, como un espacio donde compartir redacciones o esos folios que acaban copando el fondo de algún cajón.

El escrito debe:

-Estar firmado (con o sin seudónimo).

-Ser original.

-Tener un título.

-Estar enmarcado dentro de una categoría de este estilo: lo cómico, lo trágico, lo fantástico, lo erótico, lo terrorífico, lo poético...

Puedes añadir además la dirección de tu blog o web (en caso de tenerla).

¡Salud y suerte, artesanos!