6.7.08

Sin escapatoria (I)

Era un prometedor día veraniego, dos amigos acaban de realizar el último examen de la convocatoria de Junio y se disponían a volver a su pueblo. Durante el trayecto de vuelta por la autovía poco hablaron de cómo les fue el examen, porque iban comentado lo que iban a hacer esa noche para despedir la época de estudio y recibir el verano.

Era un momento de felicidad y deseos de llegar a casa para descansar hasta que llegase la noche para irse de fiesta a una localidad costera cercana. Esas sensaciones esperanzadoras comenzaron a difuminarse cuando el amigo que iba de acompañante dijo:

- Cuidado, se te va a meter.

Se refería al camión al cual se encontraban adelantando, que pareció no percatarse de su presencia, se disponía a cambiar de carril, pues ya tenia el intermitente anunciando su próxima maniobra.

El conductor pensó que no ocurriría, que se colocaría detrás cuando lo terminasen de adelantar, pero no fue así, el camión comenzó a desplazarse a la izquierda mientras el coche aun se encontraba a media altura, sin haber terminado el adelantamiento. Los intermitentes del camión parecían anunciar un peligro con perversas consecuencias.

Desaparecieron las sonrisas y la planificación del ocioso plan nocturno, se encontraban en una situación de difícil solución. El conductor del coche tenia numerosas e inviables posibilidades. Acelerar era la opción utópica, puesto que no le daba tiempo a rebasar al camión antes de un irreversible final. Frenar era la lógica elección, pero el coche de atrás podría colisionarlos. Girar a la izquierda o a la derecha era un suicidio, por la presencia de la mediana y del camión, respectivamente.

Allí se encontraban ellos, sin apenas tiempo para actuar, y con pocas alternativas factibles para escapar de esa trampa mortal. El acompañante apenas tuvo tiempo para pensar, solo sintió que ese era el final de su vida, se iba a cumplir esa deseo-broma que solían decir en la época de exámenes: “Espero no morir ahora, no me gustaría haber pasado los últimos de mi vida encerrado en casa estudiando” .

El conductor ni siquiera tuvo tiempo para pensar que hasta ahí había llegado su vida, porque era quien conducía, y tenia que decidir que hacer, no era momento sentimentalismo, añoranzas, arrepentimientos, ni de sentir cualquier emoción que no le sirviera para solucionar la situación en la que se encontraban.

Cuando la resignación comenzaba a embargar al conductor surgió el instinto animal para evitar el peligro, de forma inconsciente y en cuestión de milisegundos pitó al camión, apuró al máximo el poco hueco que disponía a la izquierda, frenó de forma comedida, para minimizar las consecuencias de la posible colisión, pero dejando tiempo de reacción al coche que llevaba detrás.

No quedaba en su manos nada mas por hacer, solo esperar a que el chofer del camión viera el coche y dejara de seguir metiéndose en el carril izquierdo, que el vehiculo de atrás tuviera espació y tiempo para frenar, en definitiva, quedo expectante para que ese no fuese su último viaje…

(c) Por Águila.

2 comments:

Anonymous said...

Perdón por la tardanza en volver a publicar. Hay semanas en las que el trabajo también te deja "sin escapatoria".

Ahí os dejo con este intrigante relato de nuestro ya colaborador habitual "Águila".

Un saludo.

Anonymous said...

No pasa nada, pero acuérdate de encontrar algún hueco para vivir