Bienvenido de nuevo pequeño y viejo conocido, recuerdo las garras de tu nombre oprimiendo mi cuello, cortando mi respiración y desgarrando mis ganas de seguir. Recuerdo y deletreo tu nombre. Tantas veces como sea necesario, y siempre las justas para no permitir que desgajes mi alma. En los mundos impuros, tú, debes ser como el aire en el mío. Impecablemente necesario. En el mío eres sin duda alguna, el pan de cada día. Y no te necesito. Nadie quiere dormir contigo, y sin embargo ahí estás, acompañando muchos cuerpos cada noche, muchas mentes dormidas por tu letargo. Hoy dormirás junto a mí. Y babearas los poros que ayer eran canela y hoy, segregan ulcerosos. Y durante unos instantes me rebajaré al poder que vulneras, y seremos dos en la noche angustiosa que pretendes presentarme como futuro desolador. Pero no te creeré. Tantas veces vengas y te claves, serás bienvenido, tú, tu nombre y el olor a sangre infecta que despides. Tantas veces vengas, serás desterrado, tú, tu rabia y todo lo que representas. Para que tu viaje no sea en vano, dejaré que el enjambre de preguntas que pretendes sean mi losa, revoloteen por la estancia esta noche. Y me morderé los labios, hasta la lengua, mientras pienso que me ahogo, pero mañana, mañana vas a salir por la puerta por la cual hoy has entrado, y nos vamos a despedir como tantas otras veces: tu sabiendo que volverás, y yo esperando que tardes en hacerlo. Entonces, sólo me queda desearte, mi querido fracaso, que disfrutes de la noche que vas a pasar conmigo, porque mañana, fracaso, de nuevo te vas al exilio del cual no debiste volver. (c) Por Ana Aspid. |
Irene Muriel, artista
5 months ago
2 comments:
Me ha encantado este poema...
gracias.
a mi me gusta recordarlo cada vez que me esmorro contra algo.
incluida yo misma.
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