26.6.08

Local de moda

Es el local de moda.

El hilo musical es un coctel agitado demasiado deprisa de música funky con bombos, cajas y charles potentes por el que alguna de estas chicas no puede evitar mover instintivamente el trasero.

Es curioso ese movimiento involuntario, como si fuera un vestigio de antiguas danzas tribales... lo llevamos en los glóbulos rojos.

Quizá hay demasiada luz para mi gusto, aunque mi chica se mueve por aquí como pez en el agua. Recorre el local de un lado para otro al son de la música.

Reparo en la gente que me rodea: La mayoría son chicas jóvenes enfundadas en ropas apretadas que aún no saben qué significa ser mileurista y que se gastan la paga que les proporcionan sus padres, empujadas por el frenesí del local.

Aunque también hay otro tipo de seres pululando por aquí, hombres pre-cuarentones que pierden la mirada en los ceñidos escotes de las primeras.Veo un grupo de chicos de moderna apariencia que hacen que me sienta, por momentos, fuera de lugar. Veo mi imagen reflejada en uno de los espejos del local con mi chaqueta y mi apariencia de hombre-carpeta y me siento anticuado, aspirante a pre-cuarentón.

Mientras tanto cruzamos una zona distinta del local, veo tangas de mujer tirados por los suelos y comienzo a ponerme tenso mientras mi imaginación se dispara.

Las trabajadoras del local de moda son también más jóvenes que yo, pero su actitud es tan soberbia que sería capaz de solapar a la mía. Las veo currar a velocidades vertiginosas. El dueño del local las contrató bajo el fundamento de que para ese trabajo tan sólo se precisa poseer cuerpos bonitos, juventud y, de momento, escasas inquietudes.

Ha llegado la hora, tras un rato deambulando a través del local mi chica me arrastra hasta una zona más íntima. Hay varias parejas, de todas las edades repartidas a ambos lados de un interminable pasillo. Mi chica se sitúa tras una cortina y me invita a pasar junto a ella. Una vez dentro no duda en iniciar todo un striptease, trata de seducirme con sus cadenciosos movimientos y con su mirada.

Ahora sí que estoy tenso.

Me encanta ver caer sus cabellos cobrizos sobre su blanca piel, tras abordar un pequeño salto en el precipicio del cuello de su camiseta.

Puedo comprobar de un vistazo que, junto al compartimento tras el que ocultamos el cuerpo desnudo de mi chica hay alguien más. Veo unos bonitos pies desnudos tras la mampara que separa cada compartimento.

Mi chica solicita mi opinión: ¿te gusto así? sí, por supuesto que sí ¿y así? bueno, mejor antes...

La música no está tan elevada en estos "reservados" por lo que hay que llevar cuidado con los comentarios obscenos que puedan terminar en los oídos de otros. Se oye un suspiro al fondo, aunque parece un suspiro decepcionado.Cuando estamos en lo mejor de todo mi chica comienza a vestirse de nuevo y me insta con la mirada: vámonos.

Mierda.

Yo también suelto un decepcionado suspiro cuando compruebo que todo termina cuando la dependienta de Zara, con una sonrisa ausente (ya que no hay un sueldo que se la pague) pasa la tarjeta de mi chica para cobrarle 60 putos euros.

(c) Por Eric F. Luna

4 comments:

Anonymous said...

Este es un relato que ya publiqué en mi blog personal, pero que me apetecía compartir con vosotros.

Un saludo.

[..La chica triste que te hacía reír..] said...

Llego aquí de casualidad, como siempre suele ocurrir. He leído la mayoría de las entradas y me he quedado con ganas de más.
En especial, me encanta el giro argumentativo que toman todos tus textos conforme se acerca el final, Eric.
Geniales.

Os seguiré leyendo...

Anonymous said...

¡Se agradece!jaja...

Igualmente he de decirte que estás invitada a participar de este blog al igual que el resto, alimentándolo con algún escrito breve.

Un saludo.

Anonymous said...

Ahhh, resulta que es el mismo relato, me creía que le habías cogido el gustillo a ir de compras, y que eras un nuevo “Zaradicto”

Nos vemos